





Una vez más he confiado en la gente de Saal Digital para elaborar un nuevo fotolibro, es este caso, un fotolibro sobre la «Fauna de las Sierras del Noroeste Soriano«, que podéis visualizar en pdf (en baja calidad) clicando sobre el título del libro o sobre la foto inferior.
Y una vez más, el resultado ha sido espectacular. Da gusto ver las fotos impresas en alta calidad sobre un buen papel fotográfico, mucho mejor que en la pantalla del ordenador. Continuar leyendo «Fotolibro “Fauna de las Sierras del Noroeste Soriano”»
En el Castillo de Espeja algunos buscaron un supuesto tesoro de monedas de oro a pico y pala, y otros buscan pequeñas pulseras y anillos en un matorral para intercambiar.
Algunos encuentran su tesoro en las vistas y otros quemando adrenalina en la vía ferrata.
Sin embargo, el verdadero tesoro del Castillo lo podemos ver a ratos posado sobre las rocas y otras suspendido en el aire, realizando cortos vuelos de pared a pared por encima de la torca.
Ya que el verdadero tesoro que tenemos es una pareja de alimoches que lleva ya un par de años criando en el Castillo.
El alimoche es un ave catalogado “en peligro” en el Libro Rojo de las Aves y en toda España crían entre 1.400 y 1.500 parejas, siendo una de las poblaciones más importantes del mundo.
Preservar ese tesoro y conseguir que cada año esa especie críe en el Castillo depende un poco de todos. Durante los meses de cría (a partir de febrero, hasta verano) debemos evitar generar ruido todo lo que podamos en la zona y, sobre todo, nada de acércanos al nido (bueno, en realidad nunca debemos acércanos a ningún nido, sea del ave que sea).
No solo conseguiremos que el alimoche saque adelante a sus pollos, también que lo hagan las varias parejas reproductoras de buitre común, y todas las demás especies que crían por la zona de castillo (nuestras chovas piquirrojas que dan el mote de “grajos” a los del pueblo, algún cuervo, aviones roqueros, …).
Así pues, disfrutemos todos de nuestros pequeños tesoros que encontramos y tenemos en el Castillo, pero hagamos que sean compatibles con la conservación de la naturaleza y conseguiremos que esa joya alada, año tras año haga del Castillo su hogar.
Unas cuantas fotos de los corzos que conseguí fotografiar este verano cerca del pueblo, en la Dehesilla, en el pinar de abajo y en el cañón del Río Lobos.
Como siempre con estos bichos, los fotografiados son muchos menos que los vistos, pero casi siempre se escapan a la carrera, menos estos que parece que les gustaba más lo de hacer un buen posado.
La vieja Olma de la iglesia es para muchos de nosotros un elemento que rápidamente nos lleva a los recuerdos de nuestra infancia y adolescencia en el pueblo. Al escondite perfecto que teníamos al jugar al bote o a nuestras primeras escaladas a árboles, tanto por el hueco de dentro como por fuera de su tronco.
Siempre que la veo, siento ese extraño cariño que se puede tener por un viejo tronco esquelético. Y no se merecía menos que quedar inmortalizada bajo ese impresionante manto de estrellas que podemos ver en el pueblo.